Por Danilo Siliotto
Hace poco el ex candidato a vicepresidente Zannini, sufrió un escrache público que fue documentado a través de filmaciones, y se propago por todos los medios. Me parece una conducta reprochable de parte de estas personas, y me es identificable con los famosos “linchamientos”, aunque no equiparable, debido al notable mayor nivel de gravedad que presenta una agresión física, frente a una agresión verbal.
Por un lado, comprendo a la gente que, fatigada de percibir un nivel de injusticia tremendo, se desespera e intenta deliberadamente hacer justicia por mano propia. Insisto en que no es lo mismo noquear a golpes a un hombre, que atosigarlo con insultos y burlas, pero el fin en cuestión es el mismo, castigar un comportamiento que se considera reprobable.
Sin embargo, no considero que esto constituya una justificación suficiente, por dos razones. En primer lugar, no se comprobó hasta el momento culpabilidad alguna del dirigente kirchnerista, las acusaciones existentes no tienen sustento material, es decir, no hay hasta la fecha pruebas tangibles de que sea un ladrón, o un hijo de puta, en sentido ni metafórico, ni literal de la expresión; a menos que se lo califique de hijo de puta por el solo hecho de formar parte del círculo íntimo del ex matrimonio Kirchner, lo cual es totalmente burdo y me rehúso a explicar el porqué de la ridiculez de semejante afirmación. Un lector pensante podrá ahorrarme el tiempo e ilustrarse el mismo sobre este punto en particular.
En segundo término, suponiendo hipotéticamente que sea culpable de algún hecho delictivo, y aun teniendo elementos probatorios no se hiciera justicia, la sociedad debería buscar hacerlo responsable de sus actos, de acuerdo a las normas que rigen a toda la comunidad, en otras palabras, enjuiciarlo a través de medios legales para que se dicte la pertinente condena y, obligarlo a cumplirla según el procedimiento normal, que se aplica a todos los ciudadanos sin distinción alguna. Al faltarle el respeto y ofenderlo públicamente, añadiendo a eso el uso de groserías, solo logramos denigrarnos a nosotros mismos, demostrando que no somos capaces de acatar reglas de convivencia, igualándonos en cierta forma al que estamos atacando.
Dicho esto, me es posible concluir que estos episodios de violencia verbal extrema, no solo juegan en contra de las personas participes del escrache, sino también que lamentablemente, muchos de los que no compartimos esta calumnia, nos vemos involuntariamente adheridos a ella, por el hecho de ser no-kirchneristas u oficialistas. Nótese que hice uso del vocablo no-kirchnerista envés de anti-kirchnerista, porque alguien que es “anti” y se opone sin excepciones a absolutamente todo lo que representa un grupo político, linda el fanatismo, y porque, probablemente, este sea el tipo de persona que recurrió a los agravios verbales dentro de ese avión. Por último, quiero señalar que lo expuesto en esta nota aplica para algunos otros escraches, como el de Axel Kicillof.
Noticia del escrache a Zannini:
http://www.clarin.com/politica/imagenes-escrache-Zannini-vuelo-Miami_0_1565843415.html
Yo me pregunto cómo es físicamente posible juntar tanta derecha boba en un sólo blog.
ResponderBorrarGracias por la buena onda.
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