"No es muy dificil atacar las opiniones ajenas, pero sí el sustentar las propias: porque la razón humana es tan débil para edificar, como formidable ariete para destruir." Jaime Luciano Balmes

miércoles, 20 de abril de 2016

Legislación antiterrorista


Por Danilo Siliotto


         Me doy el lujo de suponer, que todos coincidimos en el desprecio superlativo hacia los actos de terrorismo, y nadie desea que sigan aconteciendo estos sucesos repudiables como los del 11 de Septiembre de 2001, 13 de Noviembre de 2015, 22 de Marzo de 2016, entre muchos otros ejemplos.




      Para ver materializado este deseo colectivo, se deben recurrir a ciertas medidas, y este es el meollo del asunto, estas medidas son restrictivas de algunas libertades individuales de las personas. Por esto mismo es que, en lo que a mí me concierne, el atentado en Paris tuvo un significado mucho más profundo que no se reduce solo a una matanza violenta e indiscriminada, sino que, a su vez, fue propiciado sobre la capital de un país que es considerado históricamente como la cuna de los derechos del hombre, y de la libertad misma, un país que dio a luz pensadores como Rousseau, Montesquieu, Voltaire, que admiro mucho, y hasta el día de hoy componen una fuente de constante inspiración para mis ideas. Y ahora, esta nación, se ve obligada a adoptar medidas que disminuyan el albedrío de sus habitantes.

       En la mayoría de los casos, cuando se adopta una norma de seguridad, se restringe alguna libertad personal. Un ejemplo simple seria la ley de estupefacientes, que restringe la libertad de una persona a utilizar drogas alucinógenas, para protegerla de sí misma, y para evitar que, bajo los efectos de las mismas, afecte la paz social. El análisis del ejemplo dado, no provoca mucho revuelo, porque ya estamos acostumbrados a vivir con esta limitación de este derecho; y aunque probablemente algún lector este a favor de la legalización de la marihuana y no acepte la ley, el ejemplo esta dado en un sentido amplio, abarcando también el impedimento de utilizar derivados de la morfina y otras drogas más fuertes, que, queramos o no, constituye una restricción de libertad.

      Volviendo al tema principal, ya se puede apreciar que, para evitar los ataques de los grupos terroristas, las medidas que se deben promulgar no gozan de una aceptación general como la del ejemplo que di anteriormente. Puedo citar de manera sintetizada, la violación de la garantía de un juicio justo en materia que el estado considere como actos terrorismo, la ampliación de la facultad del gobierno para realizar escuchas telefónicas, y así irrumpir en la esfera íntima de la persona, la limitación de los controles judiciales a los procedimientos llevados a cabo por la fuerza policial, y demás formulaciones jurídicas que reduzcan el ejercicio de la libertad de los hombres.



      Y así, finalmente, queda planteado una vez más el dilema, seguridad o libertad. Personalmente, siempre tuve el atrevimiento de autoproclamarle liberal, no en sentido estrictamente económico, sino más bien filosófico, por lo que no es difícil advertir mi evidente inclinación hacia la libertad. Por supuesto, claro está que no pretendo remover todas las cámaras de la ciudad porque me resulta molesto que la policía me esté observando, no es mi intención llegar al extremo, sino simplemente realizar una ponderación de valores, y sancionar las leyes necesarias, afectando el mínimo posible de libertades individuales.

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