Por Antonella Lettier
Carlos Nino, un gran jurista fallecido, en 1993 escribió un libro llamado “Un país al margen de la ley” en el cual expuso la gran facilidad que los argentinos tenemos, tanto las autoridades como la población en general para incumplir las normas de todos los rangos. Si bien, como ya relate fue publicado en los 90, actualmente tiene una gran vigencia puesto que según una cuesta realizada por el diario “La Nación” hace un año muestra que el 79% de la muestra tomada piensa que Argentina es un país que vive la mayor parte del tiempo al margen de la ley.
Actualmente y desde hace mucho tiempo, nuestras autoridades no muestran un ejemplo de cumplimiento de la ley, la mayoría de los políticos de distintos partidos tienen algún tipo de denuncia o están siendo investigados por hechos ilegales, lo cual como sociedad nos debe alarmar. Sin embargo, esto no sólo puede presentarse como un problema propio de la clase política, sino de toda la población, ya que según expuse en el primer párrafo, casi el 80% está seguro de que vivimos cada día sin observar las normas básicas de convivencia social. Si bien, los funcionarios públicos por tener esa investidura, deberían mostrar un enorme acatamiento de las normas que imperan en nuestro territorio, todos somos parte del Estado y por lo tanto para exigir que no haya corrupción ni ningún tipo de anomia en el gobierno, debemos empezar por casa.
¿Cuántas veces pensamos en pagarle una coima a un policía de tránsito o vimos a alguien hacerlo? Esto es algo tan común que ya no nos sorprende ni nos da vergüenza contarlo, al contrario nos parece incluso gracioso, pero… si pedimos a los “de arriba” que no corrompan el gobierno, ¿qué estamos haciendo nosotros si realizamos estas prácticas “tan comunes” o si las tomamos a broma? Cada día desde que salimos al exterior, y tal vez incluso sin darnos cuenta (lo que es más preocupante puesto que no tenemos conciencia de nuestro actuar ilegal) cometemos “pequeñas” infracciones a las leyes que rigen en nuestro país.
Algo más preocupante fueron los resultados de otra de las preguntas realizadas en la misma encuesta:
Si sumamos el porcentaje de los que están dispuestos rotundamente y los que observarían el caso en particular, más del 50% de los encuestados tendrían al menos la predisposición a ir en contra de las leyes.
¿Por qué sucede esto en nuestra sociedad? ¿No somos capaces de vivir en una República dónde pensemos en respetar a los demás y así cumplir con las reglas? Creo que todos añoramos un país mejor, seamos de cualquier partido, y tengamos distintas filosofías, y para lograrlo primero debemos fijarnos en nuestras pequeñas acciones y en los hechos que realizamos como válidos pero son contrarios a la ley. Para que nuestro país crezca, se necesita más concientización en la importancia de la educación cívica de cada ciudadano.
“Cuando los hombres son puros, las leyes son inútiles; cuando son corruptos, las leyes se rompen.” Benjamin Disraeli (estadista inglés)
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