Por Antonella Lettier
El aborto trae un gran debate acerca de si este procedimiento implica matar vilmente a una persona por nacer o simplemente es sacar del cuerpo de la mujer “algo” que no es una persona.
Algunos presentan lógicamente que el hombre es digno del máximo respeto –y más cuando está comenzando a existir bajo la forma frágil de un embrión–, sin embargo, otros afirman que no es más que un grupo de partículas, entonces no habría objeción alguna a que se manipule para un supuesto beneficio, como se hace con los animales o las plantas.
En esta primera postura, los científicos bioéticos afirman y comprueban que desde la unión del espermatozoide y el óvulo se genera una nueva célula con características genéticas distintas que dan el origen a la vida del ser humano, con lo cual desde la concepción, el embrión tiene vida, por lo que sería atentar contra la naturaleza y la propia dignidad humana realizar un aborto, que consiste en “deshacerse” del no nacido por diferentes métodos, ya sea por medio de pastillas o de procedimientos médicos. Es decir, que el aborto consiste en la eliminación directa y voluntaria de un embrión en los meses de gestación.
Desde hace mucho tiempo que el aborto se implementa en muchas sociedades, primero lo utilizaron para realizar planificaciones familiares con la excusa de que baje el índice de pobreza de algunos países ya que planteaba que si algunas madres dejaban de tener hijos, los cuales les generaban gastos, este índice bajaría; sin embargo, pensadores sostienen que no se termina con la pobreza exterminando al pobre sino educándolo para que progrese y viva dignamente y por otra parte que la vida de una persona es lo más valioso y no debe ser despojada de protección con ningún fin.
En la actualidad, hay innumerables técnicas abortivas, y mueren veinte veces más personas cada año que las que murieron en la Segunda Guerra mundial, por lo que estamos ante un nuevo genocidio silencioso, que se trata de la guerra contra el no nacido, por medio de absorción, inyecciones, pastillas, que los asesinan sin piedad.
Distintas son las causas por las que muchos afirman que el aborto en algunas ocasiones puede ser lícito, uno de los casos es que al realizar un diagnóstico pre-implantatorio, una madre puede decidir si quiere tener a un niño a pesar de que genéticamente ya se haya comprobado que será discapacitado; esto sería una selección “de los más aptos’’ en contra de la los principios y leyes de igualdad, donde todo humano es igual en dignidad y esa naturaleza es la que nos hace diferentes a los animales, por lo cual cosificar a un ser humano por sus “límites” físicos sería aberrante.
Por otra parte, abortos en caso de violaciones. Este tema es muy complejo, ya que luego de un abuso sexual sufrido por una mujer, ésta puede quedar embarazada, lo que trae aparejado en muchos casos un desequilibrio psicológico por la situación ocurrida y aún más con la llega de un niño fruto de ésta. Ante esto creo que, ningún “mal” puede ser solucionado con otro mal, por lo que la vida del niño no debería correr riesgo, ya que el nuevo ser es alguien inocente que no debe acarrear con la culpa de EXISTIR. Para estos casos en los que las madres por algún motivo no puedan o no quieran hacerse cargo del niño, existe el proceso de adopción mediante el cual otros padres que busquen dar amor y una familia al niño se hagan cargo de él.
Psicológicamente, hay estudios que comprobaron que las mujeres que abortaron mediante cualquier método, en algún momento de sus vidas se replantean el hecho que han cometido contra su propia carne y sienten culpa que lleva incluso a una depresión; aunque se crea que no, todo lo que nos sucede pasa por nuestro tamiz afectivo, lo que hace que repercuta dentro de nuestro interior y que al menos, inconscientemente se manifieste en algún momento. Por lo tanto el aborto no solo resulta una guerra contra el no nacido sino que se atenta contra el bienestar psicológico de la persona que voluntariamente decide “deshacerse” de esa pequeña vida.
El problema del aborto no es un problema simplemente religioso; sino que el problema del aborto es un problema mundial que afecta a todas las dimensiones de la persona: en lo afectivo, físicamente, puede correr riesgo la salud de la mujer ya que los instrumentos utilizados son nocivos incluso para su propio cuerpo. Pero principalmente debemos hacer hincapié en que al promulgar el aborto estamos en presencia de una cultura de la muerte que nos llevará a que todo pueda ser lícito, siempre y cuando sea para el beneficio de algunos, sin importar las otras personas en cuestión, dado que el aborto se realiza porque la madre toma al niño como un problema del que quiere librarse rápidamente sin importar la dignidad y el derecho a la vida del niño no nacido.
El aborto es un asesinato en todos los casos ya que desde que se produce la fecundación mediante la unión del espermatozoide con el óvulo, surge un nuevo ser humano distinto de todos los que han existido, existen y existirán. En ese momento se inicia un proceso vital esencialmente nuevo y diferente a los del espermatozoide y del óvulo, que tiene ya esperanza de vida en plenitud. Desde ese primer instante, la vida del nuevo ser merece respeto y protección, porque el desarrollo humano es continuo y se da una progresiva realización de ese destino personal.
El embrión no es una mera parte del cuerpo de la madre, la realidad demuestra categóricamente que el hijo es un ser por completo distinto de su madre, que se desarrolla y reacciona por su cuenta, aunque la dependencia de su madre sea muy intensa. Ni siquiera forman parte del cuerpo de la madre la placenta, el cordón umbilical o el líquido amniótico, sino que estos órganos los ha generado el hijo porque son necesarios para su desarrollo.
El aborto no puede ser una solución en ningún caso ya que el pensar de esta manera conduce a la aberración de suponer que dar muerte a un ser humano en determinadas circunstancias es hacerle un favor al niño o a la madre. La muerte como remedio va directamente en contra no sólo de los más elementales planteamientos humanitarios, sino también del sentido común.
A pesar de que en los países más adelantados del Primer Mundo las leyes abortivas sean vigentes, no debemos aceptarlas porque los países, como las personas, pueden ser progresistas en unas cosas, y atrasados en otras así como Estados Unidos del siglo pasado y la esclavitud de los negros.
Es inadmisible presentar el aborto como una decisión particular e individual de la madre. No es un problema de conciencia individual de la madre, ni del padre, pues afecta a alguien distinto de ellos: el hijo ya concebido y todavía no nacido.
Se ha dicho que si el vientre de las madres fuera transparente, muchos verían la cuestión del aborto provocado de otra manera, así como lo vio el ginecólogo Bernard Nathanson, quien estaba a favor rotundamente de este procedimiento, pero al observar una ecografía de uno de los abortos que realizó se conmovió al ver el ´miedo´ del niño al ser extirpado.
Cada persona tiene derecho a la vida y a la identidad, y no a ser un humano más, asesinado, por uno de sus pares e incluso por su propia madre, quien voluntariamente ha buscado su muerte con el fin de aliviarse de distintas situaciones.
Ver:
Muy buena nota anto. Estoy de acuerdo con vos en casi toda la nota. De todas maneras yo pienso lo que debe ser estar en el lugar de la mujer que fue violada. Yo soy hombre y no se que sensaciones podrá tener una mujer al quedar embarazada. Seguramente muy buenas. Ahora, quedar embarazada de alguien que te violo, que abuso de vos a través de la violencia, no se si la madre estará feliz de dar a luz a ese nuevo ser. Es un tema complejisimo, por que yo concuerdo con vos que el aborto es inhumano, y que no se deben ejercer dichas practicas, porque es asesinar. Pero en esos casos no se que responderte porque habría que estar en ese lugar
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