Por Enrique Guardo
Buen lunes lectores!
Hoy, pensando que escribir, leía como todas las mañanas diferentes diarios digitales. Y lo que es común en todos, sea oficialista u opositor, es la gran cantidad de notas sobre despidos o paros; y sobre la aprobación de la ley anti despidos. Me quiero enfocar en el ítem “despidos de la gestión Cambiemos”.
Mucho se habla de este tema, pero poco se sabe del porqué de dichos sucesos. Les propongo analizar los diferentes puntos de la situación y así cada uno sacar sus propias conclusiones.
Personalmente, siempre estuve de acuerdo con despedir a los “ñoquis” y creo que todos concordamos en ese punto. Mantener gente que no va a trabajar, y cobra un salario alto, es injustificable. Estas personas existen, y una de las cosas por la que apoye a MM fue por este motivo. Les aclaro, estoy afiliado al partido Pro, concuerdo en muchos de sus pensamientos, aunque difieran entre “cabecillas” del partido. De todas maneras, es el partido con el que más me siento identificado. Eso no significa que sea un fanático, ni que no critique las medidas. Un día el actual presidente de la Juventud Pro, Piter Robledo, me dijo que los primeros críticos de esta gestión debíamos ser nosotros, los que la apoyamos. Y tuvo razón, nosotros somos la cara visible del partido y tenemos que ser los primeros críticos.
Cuando comenzó la ola de despidos, estuve de acuerdo. Una vez el actual intendente de Rosario de Lerma, Ignacio Jarzún, nos explicó que en su municipio había más de 1000 empleados que cobraban un salario y que jamás se habían presentado a trabajar. Y creo que la sensación de bronca que circula en nuestro cuerpo es similar en todos. Hasta ahí todo bien.
Cuando comencé a ver que la ola de despidos ingresaba al ámbito privado no me gustó para nada. Como neoliberal que soy, creo que el fuerte de un país está en las industrias, sean nacionales o internacionales (mejor si son nacionales obviamente) y los despidos en este ámbito no ayudan ni al crecimiento de un país ni al objetivo “pobreza cero”.
"De los 80.446 despidos en el sector privado, 71,88% corresponde al sector construcción, 23,40% a industria y 4,72% al sector servicios", detalla el informe. A su vez, en el sector público las cesantías se repartieron entre dos grandes áreas: el Estado nacional (38,28%) y las provincias (48,56%)”.
Este fue mi punto de análisis durante varias semanas. Hablando con gente que sabe del tema, y con amigos amantes de la política. Personalmente no creo que haya 80.446 empleados “Camporita” ni que empresas privadas adopten la medida estatal de tener ñoquis. Sería algo insólito, que una empresa le pague a alguien por no ir a trabajar, ya que, la empresa privada siempre quiere obtener ganancia.
Y no hablo de ideologías, de porqué el Gobierno anterior adoptó medidas populistas de tener miles de trabajadores estado-dependientes, cosa que me parece inoperable para el crecimiento del país. Sino que ahora se meten con el ámbito privado, la fuerza de crecimiento más grande que tiene este país, las PyMEs, y la gente que de verdad trabaja. Y del gobierno, no se observan respuestas, solamente el optimismo de decir "ya llegan las inversiones" como si la gente que se quedo sin trabajo se podría sentar en el sillón unos meses esperando que una multinacional llegue a invertir y lo contrate.
Me gustaría que alguien trate de justificar estas medidas, porque, a mi modo de entender, son innecesarias en el ámbito privado. En el público, si fuera por mí, no existiría ninguna empresa manejada por el Estado. Pero lo privado es algo que todavía me cuesta entender.
Espero alguno sepa la respuesta, y la exprese en los comentarios. ¡Buena semana!
A modo de acotación, sin negar la infame realidad del desempleo, una parte importante de las cifras que se manejan son incorrectas. En el rubro de la construcción, se dan dos supuestos. Uno abarca los empleados que son contratados por las empresas indefinidamente, y que van rotando de obra en obra. El otro se da cuando para una obra grande se contrata cantidad de empleados, que al terminar la obra lógicamente van a quedar inevitablemente desempleados, para luego conseguir otro trabajo en otra obra o con otra empresa. Los despidos del segundo caso fueron erróneamente contados en las estadísticas, estas se realizaron sin establecer esa diferenciación.
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